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LA FALSA LIBERTAD

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La falsa libertad es la sustitución de un espacio, en el cual una persona es incapaz de realizarse, con otro espacio.
Un hombre que no aprende o no sabe cómo crecer y profundizar en algo, tarde o temprano se cansará de ello, se cansará del espacio en el que resulta incapaz de realizarse o simplemente corresponder con él. Indudablemente, podemos permanecer mucho tiempo en tal espacio e incluso de nosotros depende si este espacio nos ayuda a distraernos de nosotros mismos. De lo contrario, nos vemos obligados a aplicar muchos esfuerzos. Mientras que cuando el espacio distrae, éste reemplaza al ser humano y entonces la persona cambiará de espacio sólo conforme a que una sustitución reemplace otra sustitución.
Cuando en nuestra vida hay muchas cosas innecesarias, la vida misma se convierte en algo innecesario.
Si el espacio no nos da nada o no podemos encontrarnos en él, entonces tarde o temprano cualquier espacio se convertirá en algo fatigoso. Podemos permanecer en un mismo espacio y conseguir satisfacción sólo si nos estamos mejorando constantemente, es decir, si podemos involucrarnos en algún proceso o, como ya hemos mencionado, si el espacio nos está nutriendo. Si el espacio es más fuerte que nosotros, entonces nos comprime y el ser humano, al no poder dominar esta situación, se va, sintiendo temporalmente un alivio que se llama “falsa libertad”.
Una gran cantidad de gente pasa de un espacio a otro. Bajo el concepto de espacio, en este caso se trata, en primer lugar, de la actitud del ser humano hacia algo, o sea, hacia lo que más le interesa. Supongamos que una persona se está entreteniendo con algo; luego lo deja y se siente libre. Y por un cierto lapso de tiempo, incluso se siente bien con esto. Entonces surge la pregunta: “¿Cuánto tiempo se sentirá bien?”. Pasará un poco de tiempo y volverá a no sentirse bien. Entonces se pondrá a buscar el siguiente espacio en el que o seguirá con algo similar o sustituirá lo similar con algo similar.
Mientras que la orilla de la constancia quede desconocida para nosotros, viviremos en la falsa libertad.
Y de este modo continuará hasta el momento en que la persona se dé cuenta de que la libertad es una cualidad interna personal que nunca puede ser determinada por un comportamiento externo. Nunca puede haber libertad externa; la libertad puede ser únicamente interna. Por supuesto, podemos examinar la situación perfecta en la que el ser humano ha nacido más o menos armónico, vive en un lugar armónico y en una sociedad armónica. En este caso, la persona vivirá en un estado de llenado en el cual no necesita hacer nada. Pero esto tampoco es libertad; es simplemente una condición que no permite empeorarnos en el proceso de la vida.
Esta es una cuestión seria, dado que, como regla general, al cambiar el espacio, la gente no se da cuenta de que ha sustituido lo similar con algo similar o que incluso lo ha empeorado. A veces está protegiendo su posición acerca de por qué ha hecho esto, pero ¡sin comprenderlo!
Y, en general, podrá haber alguna definición sólo si hay algo que definir. Pero la definición aún no es condición para la realización. Es necesaria una fuerza, esfuerzo. Incluso en el espacio más perfecto, una persona se quedará consumida por los falsos esfuerzos como la pereza, la indiferencia.
Y al haber perdido el esfuerzo, faltan las condiciones tanto para el manejo de la libertad, como para luchar contra la falta de libertad.
El esfuerzo del ser humano es la condición para su vida, para su existencia. Una persona a la que le falta el esfuerzo, no podrá expresar su voluntad personal. Lo más peligroso para el hombre es la ilusión de la así llamada democracia. Nunca hubo, no hay y no puede haber una democracia para el hombre libre, puesto que la libertad es el aumento del esfuerzo. El esfuerzo aumenta la fuerza y sólo entonces la fuerza se convierte en una realidad, la auto-dictadura se convierte en una auto-democracia. Es decir, no hay ni democracia ni dictadura. Igual que no puede haber libertad sin dictadura.
Sólo el esfuerzo alimenta el cuerpo, la energía y el cerebro. Sin él, la persona forma una falsa libertad, es decir, una condición para vivir sin el esfuerzo.
Cuando estamos bajo la influencia del medio ambiente o nos organizamos y nos hacemos más fuertes que él (lo que significa independientes), o morimos.
Absolutamente igual es el comportamiento de la vid: está plantada en la tierra por lo que no puede ir a ningún lado. Puede que no le guste la situación: ¿por qué me debo quedar en un solo lugar? Pero le guste o no, las condiciones son así.
Una persona superficial siempre se encontrará en el estado de falta de libertad, dado que en realidad no puede ir a ningún otro lado. Uno permanecerá en el estado de la falsa libertad tanto en un lugar como en otro diferente, porque la libertad posee índices absolutamente físicos.
Como mínimo, la libertad es la energía que satisface al ser humano con lo que es él mismo aquí y ahora. Y tomando en cuenta el hecho de que hoy en día en el mundo no hay sociedades que formen el esfuerzo, el hombre no tiene muchas posibilidades de conocerlo.
Pero ha de quedarnos bien claro que no exhorto a la creación de sociedades que puedan hacer algo, porque la sociedad se crea conforme a las vibraciones en las que se encuentra. Yo simplemente estoy hablando acerca de la comprensión de este proceso. Por eso, hagamos lo que hagamos, debemos darnos cuenta de que ¡en nuestra vida la culpa la tenemos sólo nosotros mismos! Y, ¡realizarnos en nuestra vida podemos hacerlo sólo por nosotros mismos! ¡Tenemos que saber nadar!
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Está claro que nos han metido en el océano, pero esto no significa que no debamos nadar, porque en nosotros permanece lo más fundamental: ¡el proceso! No hay orilla, pero hay proceso. Es mejor nadar sin la comprensión de dónde está la orilla, que encontrar la orilla y vivir sin comprenderla. Porque mientras estemos nadando (se trata de estar en el proceso), estaremos generando fuerza. Cuando aprendamos a generar fuerza, ella nos dará satisfacción por el hecho de estar nadando. Lo más peligroso es, en nuestra insatisfacción, buscar culpables para nuestra propia falta de libertad. Esto es un indicio de nuestra limitación o de que estamos muy lejos de la comprensión real de la libertad.
Si la gente viviera según este concepto, entonces lo más importante que adquiriría serían valores de vida completamente diferentes. El hecho de que uno disponga de diferentes bienes (que por causas poco claras, son considerados bienes), no le hace feliz. Esta persona no sólo declara este concepto, sino que además lo está protegiendo. Y está muy claro: si uno no posee fuerza interior, está obligado a buscarla afuera.
Y todo esto está incluido en el concepto de la falsa libertad: la situación en la que el hombre obtiene una liberación temporal de lo anterior y aún no ha obtenido la dependencia de lo nuevo. Y puedo decir, partiendo de mis observaciones, que este período a menudo dura: de 3 – 6 meses, en los que la persona se defiende; y hasta 3 años, durante los que genera la nueva insatisfacción.
Una persona que no ha aprendido a ser libre por dentro, tarde o temprano cae en la misma situación. Por eso, al principio uno debe aprender a apartarse de lo que le está destruyendo antes de ir a lo que le desarrollará. Y aquí, la disciplina y los entrenamientos regulares son los que le aíslan más efectivamente. Por supuesto, esto a muchos no les gusta, pero mientras que no generemos fuerza, debemos comprender que permaneceremos prisioneros, puesto que somos personas que no poseen fuerza...

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