Hay dos opciones que se pueden considerar. La primera
es que el ego trabaja en su banal causa de hacerte creer que realmente estás
solo, que tú estás unido a los demás, con el fin de sentirte protagonista de la
vida y encontrar el reconocimiento, en todos los niveles que te imagines, en la
familia, en la pareja, en el grupo de amistades, en el trabajo y en la
sociedad.
La segunda opción es que el Espíritu desea que
recuerdes que eres parte de una Totalidad. Que tú siempre estás unido a la
energía integradora de Dios, que se manifiesta en una llama interior que tú
posees, una luz que debes expandir.
Cuando le das
fuerza a esa luz interior, comienzas a mirar con los ojos de tu corazón y
empiezas a ser consciente de que siempre tienes compañía. Es la compañía con tu
ser interior y con tu Creador Supremo. Llegarás a comprender que la soledad es
una maravillosa oportunidad de la vida para compartir contigo mismo; y
justamente en este momento, empezarán a aparecer aquellas personas que vibrarán
con tu misma sintonía e intensidad.
2. MIEDO A
LA ESCASEZ
Es el miedo a no
tener nada ni poseer nada material a no poder surgir económicamente a no tener
una estabilidad económica y todo este miedo crea una mayor sensación de escasez,
ya que todo se reduce a ganar o perder y mientras más miedo tenga más pierde.
Superar el miedo a
estar escaso, sin dinero u oportunidades para ser cada vez más abundante,
requiere de un trabajo contigo mismo.
Debes darte la
oportunidad para considerar que tus emociones sientan ese “deseo de merecer lo
mejor para tu vida”. El sentimiento de víctima, es una señal de que el fantasma
del miedo esta invadiéndote.
Hay una palabra de siete letras que, cuando la repites, empieza a dar claridad
al estado de abundancia que hoy tienes. Esta palabra es “GRACIAS”.
Cuando agradeces
por todo cuanto tienes en este momento y por lo que llegará a ti, comienzas a
ser perceptible de todas las cosas que Dios te ofrece cada día. Gracias Dios
por abrir los ojos este día de hoy, por poder respirar un día más. Gracias por
la cama donde duermo, por las situaciones que parecen adversas; pero me Dejan
sabiduría. Gracias Dios por la sonrisa que me regalo esa persona que no
conozco. Gracias Dios por Tener trabajo, por la comida caliente, por la taza de
café. Agradece y, en poco tiempo, todos tus deseos comenzaran a materializarse.
3. MIEDO A
LA ENFERMEDAD
La enfermedad es
un desequilibrio de tu estado de conciencia. Cuando empiezas a sentirte débil,
está claro que perdiste tu fortaleza interior. “Enfermedad”, es una palabra
compuesta del latín “in-firmus”, que significa “Sin Firmeza”.
Si comienzas a erradicar las auto-culpas, estarás
dejando las cárceles del saboteo mental y te liberarás de estas ataduras. El
filosofo Platón dijo: “mente sana en cuerpo sano”. Piensa positivo respecto de
ti mismo, recuerda que eres lo que piensas. Reconcíliate con el pasado, perdona íntimamente
en tu corazón todos los sucesos de dolor y llena tu corazón de alegría, perdón
y paz. Permanece también en silencio, porque Dios te hablará en este espacio de
meditación y mantén siempre pensamientos positivos y saludables en tu mente.
El remedio para la
enfermedad es el Amor. Te darás cuenta que, de todos los medicamentos, el amor
también crea adicción. Conviértete en un “adicto al amor”, llénate de amor, ya
que nadie puede otorgar lo que no tiene, da amor y recibirás a cambio amor.
Estarás cada vez más
sano y lleno de vitalidad. El mundo necesita que estés saludable, para poder
cumplir tu rol de ser un gestor de cambios en este planeta, que necesita curar
su alma.
Si hay algo de lo
que podemos estar seguros es que, cuando Dios lo disponga, partiremos de esta
vida, no antes ni después. Cuando el médico nos da la primera nalgada para que
comencemos a respirar, se activa la cuenta regresiva; ese tic-tac que nos
indica que vamos yendo hacia el día que debamos “parar”. Es por eso que la vida
es un constante “Pre-parar”, es decir, una invitación a trascender en cada instante
vivido, hasta que llegue tu turno de “parar”.
4. MIEDO A
LA MUERTE
Cierra tus ojos un
momento e imagina que hace una semana que has muerto y que estás en el
cementerio visitando tu propia tumba. Miras tu lapida y lees tu nombre, tus
fechas de nacimiento y de partida de este mundo. A continuación, piensa en cuál
es la frase que escribiría la humanidad acerca de ti, en tu propia lapida:
Qué dirían de ti? Que fracasaste en muchas de las áreas de tu
vida?; Que la gente agradece que hayas partido, porque les hiciste la vida
amarga?; o Qué sienten profundamente tu partida y que dejaste un espacio vacío
en la humanidad, que nunca nadie podrá llenar?
Qué diste? Qué cediste? Qué donaste? A quién ayudaste? De qué te privaste?
Escribe en un papel que es lo que deseas que quede
grabado en la piedra, cuando partas de este mundo. Trabaja, día tras día, para
acercarte a este enunciado que declaras.
El miedo a la muerte se supera, cuando tu meta es
proyectarte en la Trascendencia de tu entrega, bondad, generosidad, desprendimiento,
altruismo, amor al prójimo, capacidad de despojarte, sin condiciones, sin
esperar retribuciones, que vivirá en la memoria y los corazones de quienes
hiciste contacto en la vida e hiciste felices.